Hace rato no posteo. ¿Se preguntarán por qué? La razón es que no tuve nada interesante para contar, y ya todos saben que solo abro la boca para decir cosas interesantes.

Este fin de semana caminé mucho por la ciudad. En esas caminatas crucé un montón de cositas. Al verlas, les clavaba mi mirada matadora y varias veces me pasó ver correspondencia en las miradas. Con cada una de esas correspondencias viví unas historias fantásticas. Mi imaginación es una gran aliada.

Sin embargo hubo una cosita que me provocó algo especial: no quise imaginarla sino que quise vivirla. Entonces la seguí un poco mientras caminaba, mirándole el trasero cómo se movía de un lado al otro. Siento fascinación por los traseros moviéndose de un lado a otro. Para colmo tenía una bombacha que se marcaba de una forma escandalosa. Yo para mis adentros pensaba: "Cosiiiiiiiiiita".

Bueno la cosa es así, la seguí como diez cuadras, en un momento se paró en un edificio y tocó un timbre en un portero. Yo me paré detrás de ella y le dije: "Hola, cosita". Justo se abrió la puerta del edificio y salió un flaco enorme que me miró con una cara muy amenazante. Me miró con cara de pocos amigos y me gruñó: "¿Buscás algo?" Yo apenas pude balbucear algo inentendible. Estaba aterrado.

Me di la vuelta y volví a la calle. Todavía había mucho material con que entretenerse.