Plutón es el planeta más lejano del Sistema Solar. Es el regente de Escorpio y su residencia la Octava Casa. Su movimiento es lento y abarca generaciones. Solo se le tiene en cuenta cuando toca algún punto sensible de la carta o aspecta con otro planeta más personal. Por eso las interpretaciones de esta energía aparecen mucho cuando se trata de analizar una situación concreta social o política. Es una energía terriblemente poderosa y grande, que toca y trastoca tanto de manera individual como colectiva. Los planetas llamados generacionales son tres: Urano, Neptuno y Plutón. Antes que ellos están Júpiter y Saturno, los sociales, con una función también más amplia y que traspasa la esfera individual.
Saturno es la realidad física. El orden, las normas, lo predecible y lo aburrido. Nadie niega la importancia de su trabajo. Es necesario el esfuerzo por mantener cierta estabilidad, pero de ahí a resistirse al cambio, a la evolución, por el simple hecho de que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, es el error que todos en alguna medida debemos enmendar. Pero cuesta mucho. No hay nada que de más miedo que lo desconocido y Saturno se aprovecha de ese miedo para mantenerse.
Entonces es cuando Urano harto de no poder avanzar dice que todo es un coñazo, que es aburrido, que los sistemas están obsoletos. Hay que cambiarlos. Urano es el planeta de los imprevistos. Su energía se manifiesta de golpe y es muy poderosa. Saturno no tiene reflejos suficientes para resistirse al empujón de Urano y su respuesta es la de siempre, aferrarse con más fuerza a las bases que le sostienen. Unas bases pasadas de moda, necias y que solo demuestran una extrema cabezonería.
El cambio ya está en marcha. Urano, que es todo teorías, nos llena la cabeza de ideas innovadoras y de futuro. Porque Urano conjuga solo el futuro. El pasado y el presente le importan un carajo. Muchas de esas ideas son buenas, necesarias y todos sentimos que somos modernos, que estamos avanzando, pero ir hacía delante no significa que hayamos evolucionado. Da igual. Lo nuevo siempre atrae. Estamos tan entusiasmados y entretenidos que es inevitable ponerse un poco románticos. Ahí es donde aparece Neptuno, experto en sueños, que le da el toque de cuento de hadas a toda la teoría futurista de Urano. Caemos como moscas en la trampa. El cambio y la evolución no son gratis, requieren un esfuerzo y un precio. Si lo piensas detenidamente es difícil llevar a la práctica lo que Urano sugiere, tanto que dan ganas de dar marcha atrás, pero es tan bonita la idea que nadie quiere soltarla. Neptuno pinta de rosa el mundo, embellece las teorías de Urano, en un intento de que todo parezca más bonito de lo que es. Pero se le va la mano y al final pierde el sentido de la realidad. Entonces aparece el caos que tanto teme Saturno y todo este proceso se vuelve una perdida de tiempo.
Pero hay un invitado silencioso en esta fiesta. Alguien que lo observó todo desde abajo y que está esperando su momento para aparecer. Se tomó su tiempo para estudiar al resto, y lo que es mejor, sin juzgar a nadie. Desde una posición neutral vio los intentos de unos y otros, las ideas, las contra ideas, los errores, los aciertos, anotando las reacciones frente al miedo. Ese es Plutón. Y aparecerá en escena con toda esa información para utilizarla en contra de todos sin ningún pudor. En ese momento ya no hay marcha atrás. La destrucción y la muerte están aseguradas.
Según la mitología, Plutón es el dios del Inframundo, el guardián de las almas de los que una vez tuvieron vida, y también, de la riqueza que se encuentra en las profundidades de la tierra. Plutón es pura y puta sabiduría. Plutón es su propia ley. No tiene moral ni ética, porque como Señor de la Muerte, sabe de sobra que esta es la que nos iguala a todos. En el Inframundo no hay clases. No existe nada por debajo y solo quedan dos opciones, subir o quedarte allí para siempre.
El miedo pasa a ser pánico. Plutón comienza a repartir estopa a diestro y siniestro, y el muy cabrón va directo a tu punto débil. No se limita solo a señalártelo, no tiene escrúpulos para hurgar en la herida una y otra vez, hasta que al final no solo reconoces donde está, suplicas porque te deje en paz y terminas agotado, destrozado y absolutamente hundido. Plutón es la verdad desnuda, que no es otra que recordarte tu incurable e infinita soledad cósmica. Él conoce cada una de tus estratagemas para paliar ese dolor, tus chantajes, tus juegos sucios, tus torpezas y tus incapacidades. Lo sabe todo y no se lo calla. Con una lógica aplastante, te dirá que todos en esta vida tenemos lo que nos merecemos, que por mucho que entones el "pobre de mí", eres parte activa de ese entorno que dices que tan mal te trata. Te desarma, te deja sin excusas. Es el terapeuta que te arrincona y acosa, que te agarra por los pelos y te obliga a mirarte frente al espejo y te dice: “este eres tú, o lo tomas o lo dejas”.
Hay gente que no soporta este proceso y prefiere literalmente morir, a mirarse. Otros tratan, o aparentan, que no hay espejo. Estos últimos están verdaderamente jodidos porque se pasaran la vida huyendo. Plutón les perseguirá desde la distancia, con una sonrisa socarrona, que les recordará que su existencia es totalmente ficticia. La irresponsabilidad personal es algo que Plutón no tolera y castiga siempre por ella.
Para aquellos que aguanten tampoco será más fácil. El proceso plutoniano es largo. Quizás lleve la vida entera. Una vez pasada la cura de desintoxicación de toda la mierda que portamos, propia y ajena, hay que continuar ascendiendo en el conocimiento propio. La experiencia es la que nos moldea y nos carga de traumas. Es un camino con muchos altibajos. Subir para bajar y bajar para subir. Habrá momentos duros pero cada vez más llevaderos. Se adquiere cierta práctica y una sabiduría valiosísima. Plutón te enseña que es mejor llevarse bien con los propios demonios que renegar de ellos. Tú los has creado, o tú has permitido que existan. Da lo mismo, en ambos casos son parte de ti. Por fin aprendes el significado de la palabra “dignidad” y te juras defenderla por encima de todas las cosas.
Entonces es cuando se produce el verdadero renacimiento. Sales al exterior algo resabiado, dolorido, pero sientes en tu estómago el calor de tu propio poder. Has logrado desmontarte a ti mismo para luego volver a armarte. Tú solo sin ayuda de nadie. Has eliminado lo superfluo, aquello que pensabas que necesitabas tanto, lo has saneado, reparado y te has quedado con la parte esencial y útil. Incluso hay veces que en el proceso se pierde todo y se empieza de cero. Has resultado herido, el sentimiento de pérdida aún no te ha abandonado, pero has librado la mayor de la batallas y tus ojos jamás mirarán igual al mundo. Ahora sabes lo que eres (por el momento) ya no puedes seguir engañándote más. Por fin has comprendido que eres un simple humano, un animal que sabe pensar y que no puede evitar mirar hacia las estrellas. Que palabras como “debilidad” o “cobardía”, nos definen a todos, que nacemos para morir en la más absoluta soledad. Eso es así. No tiene sentido, pero tiene mucho menos echar a perder una vida por tener miedo a un proceso tan natural como inevitable.
La evolución finaliza. Ahora se puede organizar un nuevo orden (Saturno), para conquistar un futuro mejor tanto individual como colectivo (Urano), por lograr un sueño u objetivo más grande que uno mismo (Neptuno). Plutón ya hizo su trabajo y desciende a sus dominios. Se mantendrá silencioso mientras observa como se desarrolla la vida hasta que sea necesaria otra limpieza.
Saturno es la realidad física. El orden, las normas, lo predecible y lo aburrido. Nadie niega la importancia de su trabajo. Es necesario el esfuerzo por mantener cierta estabilidad, pero de ahí a resistirse al cambio, a la evolución, por el simple hecho de que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, es el error que todos en alguna medida debemos enmendar. Pero cuesta mucho. No hay nada que de más miedo que lo desconocido y Saturno se aprovecha de ese miedo para mantenerse.
Entonces es cuando Urano harto de no poder avanzar dice que todo es un coñazo, que es aburrido, que los sistemas están obsoletos. Hay que cambiarlos. Urano es el planeta de los imprevistos. Su energía se manifiesta de golpe y es muy poderosa. Saturno no tiene reflejos suficientes para resistirse al empujón de Urano y su respuesta es la de siempre, aferrarse con más fuerza a las bases que le sostienen. Unas bases pasadas de moda, necias y que solo demuestran una extrema cabezonería.
El cambio ya está en marcha. Urano, que es todo teorías, nos llena la cabeza de ideas innovadoras y de futuro. Porque Urano conjuga solo el futuro. El pasado y el presente le importan un carajo. Muchas de esas ideas son buenas, necesarias y todos sentimos que somos modernos, que estamos avanzando, pero ir hacía delante no significa que hayamos evolucionado. Da igual. Lo nuevo siempre atrae. Estamos tan entusiasmados y entretenidos que es inevitable ponerse un poco románticos. Ahí es donde aparece Neptuno, experto en sueños, que le da el toque de cuento de hadas a toda la teoría futurista de Urano. Caemos como moscas en la trampa. El cambio y la evolución no son gratis, requieren un esfuerzo y un precio. Si lo piensas detenidamente es difícil llevar a la práctica lo que Urano sugiere, tanto que dan ganas de dar marcha atrás, pero es tan bonita la idea que nadie quiere soltarla. Neptuno pinta de rosa el mundo, embellece las teorías de Urano, en un intento de que todo parezca más bonito de lo que es. Pero se le va la mano y al final pierde el sentido de la realidad. Entonces aparece el caos que tanto teme Saturno y todo este proceso se vuelve una perdida de tiempo.
Pero hay un invitado silencioso en esta fiesta. Alguien que lo observó todo desde abajo y que está esperando su momento para aparecer. Se tomó su tiempo para estudiar al resto, y lo que es mejor, sin juzgar a nadie. Desde una posición neutral vio los intentos de unos y otros, las ideas, las contra ideas, los errores, los aciertos, anotando las reacciones frente al miedo. Ese es Plutón. Y aparecerá en escena con toda esa información para utilizarla en contra de todos sin ningún pudor. En ese momento ya no hay marcha atrás. La destrucción y la muerte están aseguradas.
Según la mitología, Plutón es el dios del Inframundo, el guardián de las almas de los que una vez tuvieron vida, y también, de la riqueza que se encuentra en las profundidades de la tierra. Plutón es pura y puta sabiduría. Plutón es su propia ley. No tiene moral ni ética, porque como Señor de la Muerte, sabe de sobra que esta es la que nos iguala a todos. En el Inframundo no hay clases. No existe nada por debajo y solo quedan dos opciones, subir o quedarte allí para siempre.
El miedo pasa a ser pánico. Plutón comienza a repartir estopa a diestro y siniestro, y el muy cabrón va directo a tu punto débil. No se limita solo a señalártelo, no tiene escrúpulos para hurgar en la herida una y otra vez, hasta que al final no solo reconoces donde está, suplicas porque te deje en paz y terminas agotado, destrozado y absolutamente hundido. Plutón es la verdad desnuda, que no es otra que recordarte tu incurable e infinita soledad cósmica. Él conoce cada una de tus estratagemas para paliar ese dolor, tus chantajes, tus juegos sucios, tus torpezas y tus incapacidades. Lo sabe todo y no se lo calla. Con una lógica aplastante, te dirá que todos en esta vida tenemos lo que nos merecemos, que por mucho que entones el "pobre de mí", eres parte activa de ese entorno que dices que tan mal te trata. Te desarma, te deja sin excusas. Es el terapeuta que te arrincona y acosa, que te agarra por los pelos y te obliga a mirarte frente al espejo y te dice: “este eres tú, o lo tomas o lo dejas”.
Hay gente que no soporta este proceso y prefiere literalmente morir, a mirarse. Otros tratan, o aparentan, que no hay espejo. Estos últimos están verdaderamente jodidos porque se pasaran la vida huyendo. Plutón les perseguirá desde la distancia, con una sonrisa socarrona, que les recordará que su existencia es totalmente ficticia. La irresponsabilidad personal es algo que Plutón no tolera y castiga siempre por ella.
Para aquellos que aguanten tampoco será más fácil. El proceso plutoniano es largo. Quizás lleve la vida entera. Una vez pasada la cura de desintoxicación de toda la mierda que portamos, propia y ajena, hay que continuar ascendiendo en el conocimiento propio. La experiencia es la que nos moldea y nos carga de traumas. Es un camino con muchos altibajos. Subir para bajar y bajar para subir. Habrá momentos duros pero cada vez más llevaderos. Se adquiere cierta práctica y una sabiduría valiosísima. Plutón te enseña que es mejor llevarse bien con los propios demonios que renegar de ellos. Tú los has creado, o tú has permitido que existan. Da lo mismo, en ambos casos son parte de ti. Por fin aprendes el significado de la palabra “dignidad” y te juras defenderla por encima de todas las cosas.
Entonces es cuando se produce el verdadero renacimiento. Sales al exterior algo resabiado, dolorido, pero sientes en tu estómago el calor de tu propio poder. Has logrado desmontarte a ti mismo para luego volver a armarte. Tú solo sin ayuda de nadie. Has eliminado lo superfluo, aquello que pensabas que necesitabas tanto, lo has saneado, reparado y te has quedado con la parte esencial y útil. Incluso hay veces que en el proceso se pierde todo y se empieza de cero. Has resultado herido, el sentimiento de pérdida aún no te ha abandonado, pero has librado la mayor de la batallas y tus ojos jamás mirarán igual al mundo. Ahora sabes lo que eres (por el momento) ya no puedes seguir engañándote más. Por fin has comprendido que eres un simple humano, un animal que sabe pensar y que no puede evitar mirar hacia las estrellas. Que palabras como “debilidad” o “cobardía”, nos definen a todos, que nacemos para morir en la más absoluta soledad. Eso es así. No tiene sentido, pero tiene mucho menos echar a perder una vida por tener miedo a un proceso tan natural como inevitable.
La evolución finaliza. Ahora se puede organizar un nuevo orden (Saturno), para conquistar un futuro mejor tanto individual como colectivo (Urano), por lograr un sueño u objetivo más grande que uno mismo (Neptuno). Plutón ya hizo su trabajo y desciende a sus dominios. Se mantendrá silencioso mientras observa como se desarrolla la vida hasta que sea necesaria otra limpieza.
15 comentarios:
Buenísimo Sk!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me fascinó esta lectura.
Me enamoré de Plutón.
"Entonces es cuando se produce el verdadero renacimiento. Sales al exterior algo resabiado, dolorido, pero sientes en tu estómago el calor de tu propio poder. Has logrado desmontarte a ti mismo para luego volver a armarte."
Ahí es cuando volamos como un Ave Fénix. Genial.
Gracias N. Adoro a Plutón. Reconozco que no he sido muy "científica" en el posteo, pero es que la plutonización es un proceso que me pone mucho.
No se si fuiste poco científica o no, ni me importa. Así como está me parece una poieza excelente ;)
Sk, ¿vas a hacer una publicación para cada uno de nosotros o acá termina Plutón?
Aunque ahora que lo pienso sería algo bastante complicado...
quiero mi plutón!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
N., haré lo de siempre. Me faltas tú. En un rato me salgo a tomar un café y cuando regrese me pongo contigo.
kco se pone contento...
espera su plutón...
ya está tu plutón, nene.
lo puse antes de que estuviera, boba.
Y por qué pensas que te avisé, tonto?
Hermoso Plutón. Un gran amigo.
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