miércoles, 29 de octubre de 2008

hubo un momento de la tarde en el que me di cuenta de algo: me estaba transformando en un insecto. un insecto de interiores, de poca luz, vil y rastrero. fue entonces cuando me obligué a salir. salí del edificio, crucé la calle y me eché al sol. cuarenta minutos. tan poco acostumbrado a estas cosas, quedé cagado a palos, como si me hubieran dado unas cuantas trompadas. pero rescato una cosa: a los cinco minutos de haberme echado, sentí un bienestar cutáneo exquisito. lástima no haberme levantado en ese momento. irme con el recuerdo hermoso. no. ansioso por más, desobedeciendo la Ley de los Rendimientos Decrecientes, me quedé a conocer la otra cara.

7 comentarios:

agustín dijo...

colorado como huevo de ciclissssta.

Kco dijo...

:$

n., dijo...

jajajajajaja!

por eso estabas tan colorado cuando te vi hoy!

tonto.

Julián dijo...

"colorado como huevo de ciclissssta."

jajajajajajaja

Julián dijo...

La Ley de Rendimientos Decrecientes es implacable.

Anónimo dijo...

y qué es eso? :$

Anónimo dijo...

n.,