"Al fin solo", dijo el poeta.
"No se oye más que el rodar de algunos rezagados y desvencijados carruajes. Durante unas horas poseeremos el silencio, ya que no el reposo...".
Pero acá, en este cuarto que no es buhardilla, y en esta Buenos Aires que cada vez tiene menos de París, y en donde ni siquiera pasada la medianoche dejan de pulular ambulancias de chillonas sirenas, me pregunto en dónde ha quedado el silencio y añoro, instintivamente, noches de calles empedradas y carruajes deslizándose cansinamente por ciudades desiertas y oscuras.
¿En dónde ha quedado el silencio?, me pregunto una vez más.
Lejos, muy lejos.
10 comentarios:
Che, qué lindo texto, Julián.
Cuando duermo en Capital me pregunto lo mismo.
(quédescanses)
alguna vez escuché decir a alguien... en buenos aires, cuando logro conciliar el sueño, no descanso...
Lindo, Jay.
Thanx, Flowers.
Tal vez este hartazgo mío de Buenos Aires no hace más que evidenciar mi condición de colado.
Thanx, n.,
Lo terrible de este hartazgo, sin embargo, es que no es el típico de quien odia Buenos Aires. No. Es, por el contrario, el hartazgo ante un amor nocivo y difícil de reemplazar. O sea, doblemente traumático.
Jajaja, comprendidísimo.
Es el hartazgo que produce el saber que Buenos Aires nunca será la ciudad que pudo ser.
EL Dandy
Te pusiste melancólico, Dandy.
Y sí, esto se fue a la mierda. Qué le vamos a hacer.
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