miércoles, 25 de marzo de 2009
[Felizmente no fui abusado anoche]
Mientras Esperanza estaba siendo abusado, a un par de miles de km. de distancia fuí al teatro brasilero. E-x-c-e-l-e-n-t-e. L’Etranger; imposible equivocarse. La función fue en algo así como el Teatro San Martín de Curitiba; un ambiente setentístico-burocrático cuyas paredes gritaban “hace 15 años que no hay presupuesto”. Butacas de terciopelo bordó furioso con ostensibles marcas de cigarrillo completaban la escena. La escenografía estaba compuesta por una silla (con rueditas). El monologo de 90 minutos fué un alud existencialista que removía las tripas sostenido en una actuación “inenarravel”. No pude ocultar cierta satisfacción de haber comprendido hasta la última palabra en Portugués ni pude dejar de sorprenderme al ver que al final de la obra luego de los aplausos el actor dirigiese unas palabras al público. El contrato del público con el espectáculo adquiere las formas más diversas; en Jordania por ejemplo el público del cine alienta a Jean-Claude Van-Damme a los gritos cada vez que asesta un golpe a algún enemigo comunista.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Dos Skol y unas Garlic Almonds del free-shop son las delicias de mi espíritu.
Tres Skol...
esperá tranquilo que el grone está cerca de tu puerta...
4 Skols, no hay grone a la vista.
Apuesto 2 pesos a que se lo empomaron.
El Dandy
Publicar un comentario