miércoles, 14 de mayo de 2008

Saber ser hijo de puta

De la misma manera que debemos saber ser buenos y agradecidos, debemos saber ser "hijos de puta" (las comillas son adrede) y tener la fuerza necesaria para castigar aquello que no puede ser dejado sin castigo.
Digo esto porque tenemos tan internalizado que las malas acciones pertenecen a las malas personas que solemos dejarnos abofetear la otra mejilla.
Cuando somos convidados con actos de muy baja calaña, nuestra respuesta debe estar a la altura de esa calaña, de la misma manera que los lenguajes, si se desea llegar a una buena comunicación, no pueden diferir sino ser exactamente el mismo. ¿Se imaginan hablándole a un chino en español? Misma diferencia media al honor de la traición.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo. No puedo estar más de acuerdo. Algo parecido plantea Nietzsche en "Genealogía de la moral" cuando habla de la despreocupación de las clases nobles a la hora de aplastar la escoria, entendiendo por tal todo lo que no es noble, es decir, pérfido, bajo, resentido, traicionero, reactivo y deshonesto. Ésas son las pasiones bajas del ser humano, lo que transforma a un hombre es algo abyecto y despreciable. Nietzsche dice que para los espíritus nobles solo existen los conceptos de "bueno" y "malo" y nunca de "bueno" y "malvado" (concepto introducido en Occidente por el Cristianismo).
Hay gente, entonces, que por debilidad o enfermedad del carácter, elige vivir envuelta en estas bajas pasiones. A esa gente, a esos envenenadores de la alegría y de la vida, no se los puede tratar más que como cucarachas.
Julián.

Anónimo dijo...

La Ley del Talión. Ojo por ojo, diente por diente.
Tengo que admitir que si alguien me sacara un ojo, yo lo dejaría ciego.
Funciona a la inversa también, si me hacen un bien, intento hacerles un bien mayor cuando llegue el momento.

n.,