domingo, 4 de mayo de 2008

Alternancia...

Es domingo. Es tarde, casi noche y un sinsabor aparece en la boca del estómago. Es un no sé qué, un algo que se engendra todos los domingos a esta hora. Maldita angustia dominical.
Entro a mi cuarto, prendo una luz, apago otra, pongo Ravel. Luz y música comienzan el hechizo. Como un vaho que se esparce por la habitación, la melodía llega a cada uno de los rincones. La luz ha tendido un manto de calidez. Eso que molestaba de manera indefinida desaparece poco a poco, como el humo luego de que el viento sopla. Las cuerdas son una caricia. El piano suena de fondo, muy detrás de los demás instrumentos. A veces a parece, se manifiesta, dice aquí presente. Y una vez que capta la atención vuelve a desvanecerse, como si lo único que buscara fuera recordar su existencia. Las distintas voces conviven conmigo en esta habitación. Con esta cálida luz, con esta música de ensueño, entrecierro los ojos y me dejo llevar...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

VISTE CUANDO DECIS:
LA PUTA MADRE!! ME BORRÓ UN COMENTARIO LARGUISIMO QUE HABÍA ESCRITO Y AHORA NO TENGO TIEMPO DE HACERLO DE NUEVO?

bueno, eso pasó.
te contaré en el cons.

-.-


love,
n.,

Anónimo dijo...

No muchas veces tengo esta sensación, de no saber que decir.
Pero no hablo de incomodidad o de ignorancia para responder.
Hablo de no encontrar las palabras, la frase, la entonación que exprese lo que siento.
Vos, que me conoces, debes pensar que esto es raro.
No por lo que pienso en estos momentos, si no porque muy pocas veces, como muy bien sabes, no tengo nada para decir.
Yo, una charlatana incurable, que siempre le gusta buscarle la manchita negra al mantel blanco recien lavado, encuentro esta situacion, extraña, pero a la vez gratificante.
Porque esto solo puede ser, o pudo ser provocado hasta la fecha por dos cosas, o tal vez tres...
Las tres, tienen la capacidad de movilizar mi alma. Que intento decir con esto? Que la hace elevasrse, no se donde, ni tampoco me importa, pero la elevan.
Una de estas cosas, es leer algo que me llegue, algo que me identifique, o tal vez no, pero que se meta en mi cuerpo, como el polvo se mete en las rendijas...
No cualquier autor puede lograr eso, muy pocos lo hicieron. Tampoco estoy diciendo que la meta de un autor sea movilizar mi alma...
Who am I to think that?
Pero creo que mi meta, cuando leo algo, es que me movilice, o que por lo menos tenga un cierto efecto en mi.
Como ya te dije hoy, mientras hablabamos de otra cosa, no es la primera vez que lo logras.
La primera vez, que tiene el segundo puesto en orden jerárquico sobre cual de tus escritos más me movilizó, fue cuando me mostraste esa fantástica historia, que anhelo con todo mi ser que continues algún día...
Para completar más mi idea, cuando esto sucede en el caso de una lectura, siento una conección con el autor.
Puede sonar infantil, y tal vez lo sea. Pero, eso sería un resumen de mi sentimiento, en el primer caso...
La segunda opción es la música. Hace falta que te diga lo que siento por ella?
Si la música estuviera personificada, creo que yo sería su amante.
No lo creo, sería su amante.
Y la tercera opción es, la tercera opción.
Y así termino, mientras releo lo que escribiste, y siguiendo tu ejemplo suena Debbusy en la pc, y dejo que mi alma vuele...

n.,

Anónimo dijo...

no quedo bien distribuido por párrafos, pero vos me entendes.

love,
n.,

Anónimo dijo...

Creo que habría que redistribuir tiempos y energías, ¿no? Tres días con eje en actividades productivas y cuatro con eje en el ocio/ocio creativo.
Así seríamos menos productivos en términos materiales, pero también mucho más felices y armónicos.
La verdad, este paradigma protestante del trabajo redentor me tiene podrido.
A propósito, qué hermoso bálsamo es la música.
Julián.

Anónimo dijo...

"El trabajo dignifica". Qué frase más pelotuda, ¿no?
Yo creo que lo que "dignifica" o, digamos mejor, da sentido a una vida, es el hacer en función de los propios deseos. Digamos, si vos querías ser artista, y terminás trabajando en una fábrica de ensamblado de autopartes, eso no te dignifica. Te humilla.
Ahora bien, el problema es que cuando se habla de trabajo se habla de una actividad productiva en términos económicos, y no del hacer en general. He ahí la confusión de conceptos. Lo que dignifica, entonces, en honrar los deseos. El trabajo (a secas) es, en la mayoría de los casos, una imposición detestable.
Julián.