a veces, dependiendo de qué anécdota o detalle examinemos, podemos llegar a una conclusión determinada o a su opuesta. al menos a mí me pasa.
iba a empezar este posteo diciendo que soy perezoso o un flojo y no sé cuánto más. pero ¿soy perezoso de verdad o un flojo? no, no creo. pero cuan bien me sienta el rigor del contra-reloj. creo no exagerar al decir que siempre dejo todo hasta el momento en que ya no me queda casi tiempo y entonces sí me pongo las pilas, llegando a lograr las cosas en tiempo record. incluso me descubro a mí mismo vanagloriándome ridículamente de lo poco que tardé en hacer x cosa, y lo estúpido que fue (o fui) no haciéndola desde el comienzo y liberándome de la molestia que suponía saber que tenía eso pendiente.
no me gusta eso de mí. me gusta la gente que puede ir haciendo de a poco las cosas, a un ritmo tranquilo, sin dejar todo para último momento.
aunque no hablo de cualquier cosa que uno tiene que hacer. es evidente que hablo de esas cosas que tenemos que hacer y que nos hinchan las pelotas, por aburridas, pesadas o por lo que sea.
hace más de dos semanas que tengo pendiente un trabajo muy pesado: armar los contenidos para un CD de un libro enorme. un trabajo intenso de muchos días. me pasé dos semanas dando vueltas, sin arrancar y el martes pasado, a regañadientes, empecé. lo que me más me cuesta es que lo arranqué sabiendo que todavía podía jugar con el tiempo. podría haberlo arrancado mañana lunes (que acá es feriado), a los pedos, corriendo, sintiendo la amenaza de no llegar a tiempo, cosa que despierta todos mis sentidos.
pero acá estoy, domingo, ya cerca de terminarlo, con cuatro días por delante. sí, no es que me sobra una eternidad, lo sé. aun así, todos estos días he sentido el esfuerzo extra sobre la voluntad, porque no tenía esa fuerza externa que me empujaba (un jefe, una deadline) sino que lo tenía que hacer porque era lo mejor (aunque no la única forma).
"haga lo que hay que hacer", tradujeron un título de un libro que no se refería a esto, pero el título me viene de perlas. suelo hacer mucho foco en lo que me gusta hacer, me entrego con una pasión enorme, y me hago bien el boludo con lo que no me gusta o me aburre, y lo dejo para el final, cuando ya no queda otra.
...
ahora, releyendo el posteo, me doy cuenta de que me sirvió para ver que el problema lo tengo con las cosas que no me gustan. cuando arranqué escribiendo tenía un matete en la cabeza y me llamé a mí mismo flojo por no hacer las cosas a su debido tiempo, sin entender la diferencia que existe entre lo que me gusta y lo que no.
gracias por vuestros divanes...
3 comentarios:
La gran putada es cuando en esta puta vida, hay un montón de cosas que no te gusta hacer.
ks
Creo que diste en el blnaco al identificar que son tareas que no te gustan. Y el deber es deber cuando debe cumplirse en ese momento, inmediatamente. Como las ordenes.
Hay que matar a los perros.
jejeje el otro día por casualidad estuve leyendo la primera hoja de ese cuento.
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