jueves, 26 de enero de 2012

Que uno tenga teléfono celular no significa que esté obligado a atenderlo cada vez que suena, las 24 hs. del día.
Tengo que grabarme bien este concepto, porque está claro que hay momentos de introspección (como por ejemplo ahora, este rato en el que me pongo a tocar la guitarra) en donde el mundo se puede ir bien a la mierda y no quiero que nada ni nadie me interrumpa.
¿Para qué carajo atiendo, entonces? Porque me llama mi madre, mi abuelo está internado y puede ser algo importante. Pero no, el 90% de las veces que mi madre llama no es urgente.
Y claro, hay que ver la facilidad con que se me sigue saliendo la cadena para ciertas cosas.
Me convierto en una porquería, en un sujeto intratable, en un irascible de mierda.
Tampoco tiene la culpa el que llama (siempre asumiendo que no tiene una bola de cristal).
Entonces, lo más civilizado y razonable, lo más aconsejable para mi salud, es que yo apague ese aparato de mierda y no lo atienda durante esa fracción de tiempo en la que no quiero hacer otra cosa más que la que estoy haciendo.
Así de simple.

4 comentarios:

Julián dijo...

2755.

Kco dijo...

exacto. uno puede apagarlo un ratito.

Kco dijo...

tengo un amigo que dice algo así como: right to the bone!!!

juliana, tu estilo directo amerita una copa, que te invitaría con mucho gusto.

Julián dijo...

Atender el teléfono en situaciones así me convierte en Felipe.
Sin dudas.