jueves, 8 de octubre de 2009

La trampa del colectivismo

Una de las ventajas de las ideas colectivistas (socialismo, etc.) es que son, en apariencia, más sensibles y humanas que aquellas que, como el liberalismo, exaltan al individuo.
Los colectivistas son lobos disfrazados de corderos. Quien piensa en el individuo es mezquino. Quien piensa en la colectividad es solidario y altruista. Ahí se esconde, en cambio, el germen de todo autoritarismo.
El liberal ve en el colectivo, en el Estado, la fuente de toda opresión, y la historia así se lo demuestra. El colectivista, en cambio, ve en las libertades individuales la génesis de toda corrupción y egoísmo. En el fondo, está movido por el miedo, no se siente verdaderamente capaz de enfrentar los retos de la vida y por eso desea tutelas de todo tipo, llámanse éstas Partido Nacional Socialista, Partido Comunista, Estado, etc.
Lo que muestra la historia es, en cambio, que cuanto más poder tiene el Estado más oprimido está el individuo.
Quien quiera indigar un poco más sobre el origen de estos conflictos, puede leer un gran libro: "El miedo a la libertad", de Erich Fromm.

2 comentarios:

Julián dijo...

Dos cuestiones más:

1. El liberalismo no tiene un modelo de hombre en su cabeza.
Sólo pretende que cada persona (no sólo él mismo, y por esto no lo considero egoísta) goce de sus libertades individuales y que eso tenga lugar en un marco de convivencia civilizada.
Los colectivismos, en cambio, tienen por objetivo construir un modelo de sociedad/hombre y destruir todo lo que se oponga a eso. Tienen una idea de lo que es mejor para todos, y el precio que hay que pagar para conseguirlo se convierte en algo secundario (eso explica, por ejemplo, que la extrema izquierda disculpe en Fidel Castro los mismos excesos que condena en dictaduras de derecha). La idea de "hombre nuevo" del inefable Che Guevara es, en ese sentido, muy elocuente.

2. El liberalismo sacrifica la seguridad en el altar de la libertad.
Los colectivismos sacrifican la libertad en el altar de la seguridad (económica, sobre todo).
Por eso dije alguna vez que para mí la extrema izquierda es la infancia del pensamiento. Porque en la infancia se tiende a la seguridad y no hay libertad. En la vida adultar, en cambio, la seguridad no existe. Hay un mundo de posibilidades, pero uno es responsable de su propio destino.
El precio de la libertad es la responsabilidad.

Flowers dijo...

Me gustó esta entrada. Suelo tener problemas con estos temas. Mis amigos (un par de los más importantes) militan en algún partido. Los adoro, porque son grandes personas, y creo que tengo la apertura suficiente como para que sus 'creencias o preferencias políticas y sociales' no interfieran en mi valoración sobre ellos. Sin embargo, en algunas oportunidades el viceversa no funciona. En algunas cuestiones a los "más sensibles y humanos" les falta flexibilidad y tolerancia.