Estado de rebeldía. Son casi las siete de la tarde y debería estar en camino para el Conservatorio. Afuera llueve. Poco, pero llueve. No tengo ganas de salir de la oficina. Tampoco tengo ganas de estar acá adentro. O sea, estoy varado. Como cuando estoy aburrido y el aburrimiento me impide hacer cualquier cosa. Ridículo.
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