El vuelo que debía llevarnos de Los Angeles a Dallas fue cancelado por un desperfecto mecánico, y horas después debimos abordar otro avión para llegar a la ciudad texana. No voy a ahondar en la descripción del malhumor y el fastidio general que suscitó entre los pasajeros este hecho poco fortuito; basta con decirles que todo el mundo echaba putas de colores.
Parte del pasaje era un coro religioso que regresaba de un concurso nacional de canto, compuesto de afromericanos de proporciones mayúsculas vestidos de manera particular y llamativa. Negros faroleros diria mi abuelo.
Al embarcar en el aviión que finalmente nos dejaría en Dallas, un nuevo imprevisto con las valijas de algun pasajero ocasionó una nueva demora, que fue comunicada oportunamente por el capitán de la aeronave. El murmullo de desaprobación y enojo fue unánime. El clima se puso muy tenso, y pronto se detectaron algunas discusiones entre pasajeros por nimiedades. El horno no estaba para bollos.
Fue en ese momento en que el director del coro se levantó de su butaca y caminó por el pasillo hasta aproximadamente el centro del avión. En su recorrido fue señalando a algunos integrantes del coro, unas siete u ocho mujeronas de pechugas inmensas y culos de dos plazas. Luego de pedir permiso al capitán a través de una azafata, hizo un ademán con la mano, y un corto anuncio:
- " Even me ".
A continuación el coro de angeles negro comenzó a cantar la más hermosa canción que creí haber escuchado en mi vida. Una maravilla.
En menos de dos minutos todo terminó.
Las voces volvieron a sus asientos haciendose paso entre los aplausos.
La gente recuperó la sonrisa.
Y el avión comenzó a carretear.
Miré en ese instante hacia atrás, en dirección a la butaca que ocupaba el director del coro. Lo vi justo cuando dejaba caer su sombrero sobre sus ojos y apoyaba el mentón sobre su pecho, con una emorme sonria de satisfacción.
Y en ese momento, el avión despegó.
2 comentarios:
Genial.
Buenísimo.
Gran experiencia.
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