miércoles, 21 de septiembre de 2011

Cómo me rompen soberanamente las pelotas las alarmas de las cocheras.
Porque claro, se puede tolerar alguna alarma de vez en cuando, pero no todas todo el tiempo. Uno en el fondo es un bicho muy primitivo que reacciona mal ante los ruidos. Activan zonas defensivas del cerebro y se termina con los nervios cagados a palos.
Lo que quiero decir es que en cuadras como estas, que son filas interminables de edificios de departamentos, siempre hay alguna sonando. Es un fatídico, infernal, e inacabable concierto.
Entre las ambulancias (Austria es calle de ambulancias), las alarmas y el perrito de mierda de la malnacida del primer piso, casi podría decirse que la paz aquí es un bien tan escaso como las buenas costumbres en casa de Esperanza.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Che, viejo, a vos cualquier cosa te viene bien para darme el guadañazo, no?

Esperanza

Anónimo dijo...

Jejejejeje

Eco

Anónimo dijo...

Ta madre, me corrigió kco por eco

n., dijo...

Jay, te noto... ¿cómo decirlo? Descontracturado. Más relajado.

Te sienta bien =)

Julián dijo...

No, yo siempre he sido así.
Tengo mi lado tano, cabrón y puteador.
Quizás vos me agarraste en una etapa demasiado zen.

Julián dijo...

De hecho, he sido bastante peor.

n., dijo...

"Quizás vos me agarraste en una etapa demasiado zen."

Sin dudas. Igual, me gusta más este Julián ;)