martes, 14 de diciembre de 2010

Hoy he pasado uno de los peores días que recuerde en mucho tiempo. Me levanté con un dolor insoportable en el cuello y no podía mover la cabeza un centímetro sin sentir un agujazo terrible. Tenía menos movilidad que la momia de titanes en el ring. Hasta caminar me dolía. A media tarde, el dioxaflex llevó la tortura al terreno de lo tolerable. Con todo, creo que ha sido un gran día. Este sentirme para el orto me ayudó a reflexionar sobre unas cuantas cosas, en particular con respecto a mi alimentación y la falta de equilibrio orgánico que vengo arrastrando. Enhorabuena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ánimo. Te tengo fe.

Felipe

Anónimo dijo...

Gracias, Felipe.
No esperaba menos de vos.

Julián