Hace algunos días regresé de Mdp. Fue un viaje veloz, de poco más de un día, que tuvo como principal objetivo viajar con Ella para que mi madre y mis amigos la conocieran. Me encontré con mi madre perdida en un mundo de delirios extremos, que marcan un desmejoría notable con respecto a mi última visita de fines del año pasado. En uno de los pocos momento de lucidez que mostró, me confesó que ella se daba cuenta que su cabeza no estaba bien. Fue un momento terrible y doloroso, que me dejó sin respuesta. Poco segundos después ya se había olvidado de lo que me había dicho: afortunadamente, esos momentos de lucidez duran lo que una burbuja.
Regresé a BsAs afectado, y con un sentimiento de agotamiento total. Dediqué más tiempo a mirarla a Ella, a disfrutarla, y de pronto vi los extremos del arco vital que va desde Ella hasta mi madre.
Bittersweet symphony, no? o como diría Frankie, That's life.
6 comentarios:
La fase en la que el enfermo aún mantiene parte de la lucidez es la más dura. La vulnerabilidad que se debe sentir tiene que ser enorme. Para quien la sufre y para quien la observa.
Loon, vaya cacho de pedazo de trozo de sonrisa que tiene tu hija. Estoy impresionada. Qué bebé más guapa. Esa sonrisa deslumbra e ilumina.
Sk
el cachetazo de la vida.
q cosa arrolladora la frescura que tienen los niños.
La rueda de la vida. Tan dura como maravillosa. La pérdida es algo con lo que todos tenemos que lidiar, y no es fácil. Una muerte, una enfermedad, creo que siempre nos llevan al mismo punto: la fugacidad de las cosas y por lo tanto la importancia de disfrutarlas al máximo mientras las tenemos.
Qué linda que es Ella, Loon.
Love,
n.,
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