martes, 8 de febrero de 2011

Nuevo blog- nueva historia - anticipo

Estimados, como les comenté tiempo atrás, tenfgo una historia pinchándome el tuje. He dado el primer paso (cuántos faltan!!!). A ver qué les parece
 
 
 
Ese viernes llegué a casa temprano y de buen humor. Dejando la oficina definitivamente atrás, cambié el traje por unos jeans;  jugué un rato con los mellizos, preparamos la cena con Lucía, y luego acostamos a los niños, cuidándonos de dejar encendida  la luz del pasillo.
Mientras Lucía entraba a la ducha, yo caminé hasta el living a preparar los tragos. Abrí apenas el ventanal que da al balcón, apagué algunas luces, cambié la música,  y me senté en el sillón a esperarla. Afuera la noche estaba teñida de amarilla. Desde el fondo del pasillo llegaba el murmullo del agua cayendo. Bajé el volumén del equipo, y me dispuse a prestar atención al momento en que ese sonido desapareciera, y a disfrutar de los pocos segundos que a partir de allí restarían para que Lucía apareciera en el living con su pelo mojado, y se sentara a mi lado en el sillón, envuelta en su toallón blanco.
Nada de eso finalmente ocurrió.
En cambio, mientras esperaba que el agua dejase de correr, sonó mi teléfono, y sobresaltado, antes de tomar la llamada miré extrañado la hora que marcaba la pantalla del celular: eran casi las once. Presioné un botón y dije hola con voz grave. No hubo un saludo de respuesta, sólo unas indicaciones de rutina, unos pocos datos, y ninguna explicación.
Corté. Me senté, y dejé el teléfono sobre la mesa, cerca del equipo de música.
Era la policia.
Me informaban que habían detenido a Renata Farías. Y que antes de desmayarse, había pronunciado mi nombre. Estaba internada en el Fernández por una sobredosis. Su estado era crítico.  
 — Estrellita.
Demoré en verla a Lucía parada frente a mí, envuelta en su toallón blanco, mirándome llena de preocupación. 
 — Era Fetu. Parece que se separó de nuevo. Sonaba muy mal -dije.
Lucía se acercó y me acarició la cabeza
 — ¿Querés ir a verlo?
Demoré un poco la respuesta, y finalmente dije:
 — Sí, creo que sí.
Ella asintió, me besó cerca de los labios y me acompañó hasta la puerta.
Salí a la calle con un nudo en la garganta. Pronto mis pasos se convirtieron en una carrera despareja; cada tanto me detenia para tomar algo aire, para secarme las lágrimas, y para recalcular las cuadras que me faltaban recorrer.
Como si los años que nos separaban hubiesen desaparecido, como si yo hubiese vuelto a ser en u segundo el que era, lo único que deseé en ese momento, fue poder llegar a encontrarla a Renata con     vida. 
 
 
 
 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí lo que me ha parecido es que es la lectura se me ha hecho corta, así que abrá usté ese blog, redios.




:D

Julián dijo...

Bien, che, buen arranque.
A inaugurar el blog y seguir escribiendo!

Julián dijo...

Qué notable mi timming. Justo ayer terminé tu libro y el mismo día hacés este posteo para la nueva historia. Me gusta estar así de sincronizado con las cosas.

Anónimo dijo...

Muy bueno, Loon.

Kco dijo...

muy bueno, michi. corre muy bien el relato. es caramelo. tiene mucho ritmo.

me alegra ver que empezaste a usar las líneas de diálogo posta.

buenazo.