A eso de las diez de la mañana, sonaba de forma impertinente el micro de mi casa. Aquí llamamos "micro" al microteléfono o telefonillo con el que abres la puerta del edificio donde vives. Pues bueno, con esta vida disipada de parada que llevo, me levanto a la hora de comer casi todos los días, por tanto las diez de la mañana es una hora intolerable para que te despierte el sonido impertinente del micro de tu casa.
Me levanté cagándome en todo lo divino y humano. Descuelgo el telefonillo y gruño la pregunta de quién es. Me responde un tipejo que me dice que es el cartero y que trae un certificado para una de mis hermanas. Entonces, sí. Ahora tengo una figura en la que mentalmente enfocar todo mi enrage. Me cago en la reputa que lo parió y en su puta madre, así en argento y en ibérico simultaneamente. Espero a la puerta de casa que suba el cartero. El timbre tiene un sonido más amable pero en esos momentos, sin café ni nicotina, si oigo algo más alto que mi pasos, mato.
Abro la puerta y el tipo me da una carta. Como no soy mi hermana, tengo que indentificarme, dar mi D.N.I. y firmar en un par de sitios. Cojo la carta y cuando le voy a cerrar con la puerta en las narices, cual es mi sorpresa, que el cartero me dice que no hemos acabado. Me da un sobre grande. Estoy sin gafas y apenas puedo leer las letras. Pienso en qué coño puede ser aquel paquete. No he comprado nada por Internet. Entonces cuando firmo y el cartero se va, leo bien quien me lo envia. El paquete viene de la Argentina. Entonces repaso bien la bonita letra con la que se escribieron los datos, abro el paquete y comienzo a prepararme un estupendo desayuno en compañía de Martín. Así da gusto que te saquen de la cama.
Tropecientos millones de gracias, Loon.
Me levanté cagándome en todo lo divino y humano. Descuelgo el telefonillo y gruño la pregunta de quién es. Me responde un tipejo que me dice que es el cartero y que trae un certificado para una de mis hermanas. Entonces, sí. Ahora tengo una figura en la que mentalmente enfocar todo mi enrage. Me cago en la reputa que lo parió y en su puta madre, así en argento y en ibérico simultaneamente. Espero a la puerta de casa que suba el cartero. El timbre tiene un sonido más amable pero en esos momentos, sin café ni nicotina, si oigo algo más alto que mi pasos, mato.
Abro la puerta y el tipo me da una carta. Como no soy mi hermana, tengo que indentificarme, dar mi D.N.I. y firmar en un par de sitios. Cojo la carta y cuando le voy a cerrar con la puerta en las narices, cual es mi sorpresa, que el cartero me dice que no hemos acabado. Me da un sobre grande. Estoy sin gafas y apenas puedo leer las letras. Pienso en qué coño puede ser aquel paquete. No he comprado nada por Internet. Entonces cuando firmo y el cartero se va, leo bien quien me lo envia. El paquete viene de la Argentina. Entonces repaso bien la bonita letra con la que se escribieron los datos, abro el paquete y comienzo a prepararme un estupendo desayuno en compañía de Martín. Así da gusto que te saquen de la cama.
Tropecientos millones de gracias, Loon.
4 comentarios:
q bien escribís, carajo.
o "qué lindo"
el tema es así: vos relatás la vida.
El gusto es mío, Sk!
Me alegro que el libro le haya llegado (desconfiaba del correo argentino).
Espero sus comentarios finales!
Loon
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