Estoy en Austria al abrigo de mis amigos. Extraño, creo, las noches en las que mi visión de futuro no superaba los diez minutos, la escasa distancia entre dos tragos, o la mínima -y aconsejable- separación entre un tiro y otro. Miro en las paredes las marcas de los niveles que alcanzaron mis excesos, y se me hace, ahora, que son ya records del pasado.
He practicado los alrededores de este sentimiento infinidad de veces, y de ese regodeo nostálgico, he aprendido algo: el ferviente deseo personal que todavía tengo, de poder vivir mi vida sin importarme de las consecuencias..
2 comentarios:
Ah... pero ya no podés, Looncito...
Ahora llevás sobre tus hombros la carga de otra existencia...
n.,
pd.: Saludos a todos, Sátrapas!
mmmmmm
yo leo otra cosa en este posteo.
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