Cuando la mano viene torcida...

Algunos meses atrás invertí bastante dinero en una computadora. Estuve muy contento con mi juguetito hasta que comenzaron algunos problemas de performance y de conectividad que me fastidiaron bastante.

Días atrás, sin previo aviso,  la pc no encendió más.

Llamé al fabricante, me indicaron que debía llevar la computadora al service oficial. La garantía oficial cubría los  12 meses siguientes a la compra.

Corté la llamada, y fui directo a revisar la carpeta con facturas y recibos: había realizado la compra 13 meses atrás.

En ese momento recordé también que el vendedor me había ofrecido una garantía extendida, y que yo la había rechazado rápidamente.

Caliente como una pipa, me dejé caer sobre la silla, mirando amargado la pantalla negra.

Pero entonces tuve una revelación! En algún lado había leído que los artefactos electrónicos que se pagan con la tarjeta Visa, gozan de una garantía adicional a cargo de Visa. Hice las consultas correspondientes con el banco, con Visa, y con la compañía de seguros que se encargaría de reembolsarme el gasto de la reparación. Era cierto. Me alegré de tener tanta suerte. Sólo debía presentar el resumen de  la tarjeta con el detalle de la compra.

Lo busqué, lo busqué, lo busqué. Nada. En ningún resumen aparecía el cargo. La razón era muy sencilla, había pagado la computadora con Diners, una tarjeta que no uso nunca. ¿Qué me llevó a usar esa tarjeta para hacer la compra? Ser un completo pelotudo.

Resignado, llamé de todas maneras a Diners, sólo para que me confirmaran que  Diners no ofrece el servicio de garantía extendida automática.