miércoles, 23 de abril de 2008

Hopeless

En los últimos días me he encontrado pensando que somos un país tan improvisado, infantil y estúpido que me resulta imposible creer que somos capaces de algo distinto sin sentirme infantil y estúpido.
Sé que vivir en el extranjero es demasiado duro para un espíritu a veces frágil como el mío. Es entonces cuando me nace una horrible desesperanza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por dios, es tan desalentador ser argentino...
A veces me pregunto qué se sentirá formar parte de un país en serio, próspero y que, más allá de defectos inevitables, invita al entusiasmo.
Argentina es una máquina de robarte el entusiasmo. A veces pensás "bueno, ya nos mandamos todas las cagadas posibles, no queda otra más que empezar a hacer las cosas bien, tenemos que aprender..." Y no, la puta madre, no aprendemos más. Seguimos haciendo lo mismo de hace 40 o 50 años.
Yo creo que la única forma de quedarte en Argentina y que no te queme la cabeza, es evitar pensar que las cosas alguna vez van a mejorar. Alguien podrá decir que no se puede vivir sin ilusiones, pero me pregunto, ¿de qué clase de ilusiones hablamos? Yo tengo ilusiones individuales, no colectivas.
Julián.

Anónimo dijo...

Para ser un poco más claro en cuanto a mi posición: creo que debe ser alucinante tener ilusiones colectivas (como seguramente las tenían nuestros bisabuelos cuando llegaron a esa Argentina de 1910), pero me parece que hoy no se pueden tener más que ilusiones individuales. Al menos mientras sigamos siendo un país tan irracional e infantil como hemos sido hasta ahora. Lo contrario es mentirse a uno mismo.
Julián.

Kco dijo...

Desde mi vuelta de Europa en 2001, por primera vez vuelvo a sentir ese gusto desagradable por la falta total de ilusiones colectivas.

Anónimo dijo...

Te entiendo porque a mí me pasa lo mismo. Y por muy brillante que sea tu vida, estar en un país destruido no es gratuito. Siempre por algún lado te pega. Yo ni siquiera pretendo llegar a vivir en un país de primer mundo. Me bastaría con ver que las cosas se empiezan a hacer medianamente bien. Aunque no llegue a ver un despegue grande, la perspectiva de mejora sería suficiente.
Julián.