Una noche atrás me embriagué suavemente. Estaba rodeado de amigos y de amables desconocidos; bailábamos, bebíamos, conversábamos por momentos; entonces escuché -diría que sin querer, pero estaría mintiendo-:
- Qué hermosa que es. Creo que me enamoré…
El otro siguió la mirada de su amigo, y asintió. Miró el fondo de su vaso, terminó su trago, y luego dijo:
- Enamorarse es gratis; lo que sale caro es olvidar.